martes, 22 de abril de 2008

Capitulo 4. La tiendita del horror.

CAPITULO ESCRITO CON LA COLABORACIÓN DE KRYSTAL.


El edificio se encontraba en malas condiciones, por lo menos en el exterior, y al apreciarse a primera vista el único ingreso era por la antigua tienda para mascotas, que nombre más peculiar, “la tiendita del horro”. Por lo que se cuenta el dueño era bastante sádico con sus animales, que a su vez, no eran del todo “normales” todos ellos eran (por no encontrar otro termino), peculiares o exóticos; y todo el edificio era el “deposito” para sus mascotas. Las vampiresas se encaminaron a la puerta de entrada, no sabían que les esperaría del otro lado, golpearon la puerta y esta se abrió lentamente. Senaka le realizo un ademán a Ana para que ingrese primero, Ana se resistía a entrar pero Senaka le recordó que ella era la portadora del pergamino con el comunicado.

Al entrar notaron que nadie había abierto la puerta.
-¿Que buen truco!- Comento Ana sorprendida.
-Es cierto tendríamos que instalar algo similar en nuestra base.
El lugar estaba desolado, las jaulas seguían en sus respectivos lugares, tapadas de polvo y telarañas, y hasta con sus antiguos residentes en algunos casos.

-¿En que puedo ayudarlas, bellas damas?- dijo una voz suave como una brisa de verano.

Las muchachas se sorprendieron ya que no habían escuchado ruido alguno. Al darse vuelta vieron a una pequeña figura cerrando la puerta del local; era un hombre pequeño, arrugado, con unos pocos pelos que ya eran mas pelusas que otra cosa.

-¿Tu nos has abierto la puerta?
-Si esa es una de mis funciones aquí
-¡Ahora comprendo!- la vampiresa no pudo evitar sonreír.
-Deja de reír- le comento Senaka por lo bajo- Venimos a entregar un mensaje a Krystal.
-Comprendo, síganme.

El pequeño ser era muy veloz, sus pies ligeros recorrían pasillos y salones, las vampiresas trataban de mantenerle el paso, pero era difícil, además de su velocidad él conocía muy bien el lugar.
Llegaron a una gran arcada, con unas escaleras que conducían hacia abajo.

-Desde aquí están solas, no tengo permitido bajar esas escaleras.
-Gracias señor, como puedo decirle.- Dijo Ana.
-De muchas maneras diferentes me dicen por aquí, casi todas insulto. Dígame como le guste.
-Dime como te llamas, ese seria la manera mas apropiada de llamarte- Dijo Senaka consternada.
-Mi… ¿mi nombre?, me llamo Dayo. Dayo Loso.
-Bueno Dayo, nos veremos cuando subamos.
-Será un honor escoltarlas nuevamente- Mientras decía estas palabras se perdió en las sombras.

Las mujeres comenzaron a bajar las escaleras, la iluminación era proporcionada por antorchas estaban empotradas en las paredes, cuando vieron el fin de las escaleras hubo algo que les llamo la atención, el olor a sangre que se podía percibir y el sonido de música estridente. Llegaron al sótano de la “tiendita del horror”, todo era de piedra, parecía un antiguo castillo medieval, avanzaron por el único y gran pasillo, hasta que llegaron a unos cortinas de terciopelo rojo. ¿Que les esperaría del otro lado? La duda era grande, cruzaron las cortinas y lo que observaron les pareció de los aberrante, ya habían estado en fiestas vampiricas, pero nada como esto; vampiros y vampiras semidesnudos por doquier, bebiendo la sangre de jóvenes y doncellas vírgenes, los absorbían hasta dejarlos absolutamente secos. Tenían relaciones carnales entre los cadáveres sin vida de dichos jóvenes, las antiguas orgías romanas, eran fiestas de niños en comparación con esto.
Entre todo este caos y descontrol, había alguien que resaltaba, en un trono con pedestal que la alejaba un poco de todo ese desenfreno estaba ella, Krystal, la líder de “Los Colmillos Negros”. Ella bebía tranquilamente de una copa, abstraída en sus pensamientos, sin darle importancia a nadie, ni a nada en particular. Cuando de pronto fijo su vista en alguien, se levanto de su trono y apuntando con su dedo dijo:

-Si tienes la intención de eliminarme, deberías haber entrenado para ello, sucio traidor.- La furia se apodero de su voz.

De pronto la música se apago, y el ambiente festivo seso por completo. Todos se miraban unos a los otros, nadie sabia que habría ocasionado que su líder se molestara de tal manera y peor aun ¿a quien estaba dirigida esa ira? Del tumulto, un vampiro salto con una estaca en su mano, Krystal lo tomo por la muñeca en pleno vuelo y lo tumbo al piso.

-¿Que pasa mi pequeño?, ¿Qué te ha orillado a realizar este acto perverso contra tu raza?
-Eres la líder corrupta, de un clan corrupto, de una raza corrupta. Merecemos morir, comenzando contigo.
-Pobre hijo mió, te han lavado la mente. ¿Ven hijos míos el acto impuro que han realizado los humanos?

Krystal le quebró el brazo al vampiro como si fuera una ramita seca, lo dejo que se retorciera del dolor, paleo la estaca hacia el y le dijo:

- ¡Ven e inténtalo nuevamente!

El vampiro se incorporo, tomo la estaca con el brazo que aun le funcionaba y se abalanzo hacia Krystal. Ella permanecía inmutable, a la espera de su agresor, cuando lo tenía a una distancia relativamente corta, realizo un rápido movimiento y tumbo al vampiro de nuca al piso. Al estar tumbado, casi inconsciente por el dolor y el golpe, Krystal se acerco a él y enterró el largo tacón de aguja de su zapato en el corazón del agresor, lo extraño fue que no se convirtió en polvo como comúnmente debería pasar, por eso pidió que llevaran el cuerpo sin vida a su laboratorio.

Al pasar todo este escándalo, se encamino hacia la sala de reuniones, pidiendo con un ademán que trajeran a las invitadas hacia ese salón.
El lugar estaba poco decorado, en comparación con el resto de las habitaciones, mapas de ciudades y regiones adornaban las paredes, y una gran mesa de madera con sillas del mismo material, era lo único que existía en el “salón de guerra” (como lo llamaron los vampiros que las condujeron a él).

- ¿A que han venido? – Dijo sentándose en un extremo de la mesa.
- Tenemos un mensaje para usted – Dijo Ana enseñando el pergamino.
- ¿De que se trata?
-Es solo para sus ojos – Dijo Senaka con una voz fuerte y dominante – Y para que lo lea en solitario.
- Eso haré entonces, esta noche en mis aposentos – Guardo el pergamino en una caja fuerte – Ahora acompáñenme a la fiesta, la noche esta muriendo es mejor que pasen este día con nosotros.
- Gracias señora, le agradecemos la hospitalidad.
- No es nada, todos somos hijos de la noche.

Las mujeres salieron del cuarto de guerra y volvieron a la fiesta, la cual continúo. Participaron de los festejos, bebieron y bailaron, pero se abstuvieron de los placeres carnales, cosa que a Krystal le llamo la atención. Cuando las invitadas se acercaron a ella, krystal se dispuso a sacarles conversación y averiguar el porque de esa actitud (ya que los vampiros suelen ser muy liberales).

- ¿Les agrada la fiesta mis niñas?
- Si señora, muy divertida. –Dijo Senaka mientras se servia más sangre a su copa.
- Dime krystal niña. ¡He notado que no han participado de todas las diversiones que ofrecemos!
- Yo tengo compañero: Leonardo, es su nombre. – Pero su mente pensaba solamente en Ares.
- Yo, bueno… No tengo compañero pero… - Ana no podía hablar de su eterno amor SirGarlick, pues era un Licántropo.
- Es bueno saber que por lo menos 1 de ustedes ya ha encaminado su vida, yo tristemente tuve que liquidar a mi ultima pareja.
- ¿Que motivo tuvo para hacer eso?
- Me estaba engañando, pero eso no era lo malo, era que lo hacia con una lobizona.
- ¡Que horror! – Dijeron las 2 invitadas, tratando de representar expresión de desagrado.
- Si hay algo en este mundo que me cause repulsión es la sola idea de que nuestra perfecta raza, se interrelacione con esos peludos.
- Si es algo repulsivo – Dijo Ana, tratando de poner convicción en esas palabras.

La fiesta continuo, y el día llego a su fin.

Ya habiendo concluido con su misión, las vampiresas se despidieron de su anfitriona y se decidieron volver a su guarida. Senaka pidió observar y revisar el cadáver del vampiro traidor, ya que al momento de su muerte no se había convertido en polvo y con el paso de las horas (pudo constatar) que eso seguía sin ocurrir.
Ana, que continuaba preocupada por SirGarlick, invento una excusa no muy creíble para no continuar con su compañera; Senaka sospecho que ella se traía algo entre manos, pero no intuía bien que era, pero no le molesto ya que quería tener algo de tiempo asolas para penas y al llegar a su hogar le quedaban horas de investigación en el laboratorio.
Así que se despidieron y cada una prosiguió con su camino. 

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