martes, 22 de abril de 2008

Capitulo 1. Encontrando el amor.

Hace varios días que estoy en esta ciudad, he comido poco, en su mayoría comida humana.

-Como extraño la carne cruda y fresca recién cazada! – Dije en voz baja.

Mire hacia el cielo, la noche estaba cayendo.

- Que demonios” – pensé.
- ¡Esta noche saldré a cazar!

Pocos humanos rondan por la calles, hay una leve llovizna, mi pelaje pesa mas de lo acostumbrado, no me gusta la lluvia. Comencé a acechar a una bella humana, cuando percibí a alguien mas cerca, similar a mi, pero diferente.

- ¡Vampiros!

No los había percibido antes por la ciudad, ¿serán recién llegados? No me importo mucho, trate de evitarlo, de escabullirme. No había forma de perderlo, no es que me moleste machacar a un vampiro, pero no me gusta hacerlo con el estomago vació y la carne de vampiro no tiene un buen sabor. Luego de un rato, me canse del juego “del gato y el ratón”. Busque una buena azotea donde pelear, un lugar mas “intimo” para nuestro encuentro.

- Sal, muestro tu pálido rostro. – grite enfurecido.

Entonces la vi por primera vez, bajo grácilmente, como un pétalo de flor que se desprende del resto. Su rostro era el de un ángel, sino supiera que es un demonio. Su cuerpo escultural estaba recubierto con unos ropajes de cuero (¿porque los vampiros tienen esa fascinación por el cuero?) y llevaba unas botas del mismo materia. “y yo que no me vestí para la ocasión”, pensé con sarcasmo.

- ¿Quién eres inmortal?, ¿Por qué me sigues?
- Me llamo Senaka, descendiente de los antiguos Tzimisce y una hija de Lilita.
- Mi presentación no será tan glamorosa. Dime solo Ares. Te repito: ¿Qué quieres conmigo?
- Es raro ver a un cachorrito por esta ciudad, toda su inmunda raza sabe que este es nuestro territorio.
- ¡Yo no conozco de territorios, ni de los de lustra raza, ni de la mía!
- ¡Entonces pagaras cara tu osadía! – Dijo enfurecida.
- Si quieres algo de mí, ven y obtenlo con tus propias manos.

No acabe de decir aquellas palabras, que se abalanzo hacia mí, en su rostro se observaba una furia atroz, por algún motivo me odiaba a pesar de no conocerme. La batalla fue ardua, no puedo precisar el tiempo que estuvimos trenzados en batalla, si puedo decir que no recurso haberme divertido tanto en mucho tiempo. Luego de una cuantas horas, nuestros cuerpos estaban cansados y adoloridos y nuestras almas abatidas.
De pronto, mi olfato percibió el roció que anuncia el amanecer. Abandone mi faceta lobuna, corrí hacia la vampiresa y la cargue.

- ¡Ven conmigo si quieres vivir!
- ¡Suéltame maldito lobo!
- ¡Cállate chupasangre!

Corrí hacia una puerta cercana, mientras continuaba un entre dichos de insultos mutuos. En lo único que podía pensar era en salvar a aquella mujer, hermosa mujer. Llegue a el pórtico salvador, lance una furiosa patada que desgarro la madera, con mis ultimas fueras comencé a bajar las escalera, pero perdí el sentido antes de llegar al suelo.
Cuando volví en mi, pensé en encontrarme desangrándome o mutilado, valla mi sorpresa cuando encontré mis heridas curadas y vendadas.
Ella estaba a unos pocos metros míos, sus ojos ya no reflejaban hostilidad, muy por el contrario, se podía apreciar tristeza y desolación.

- Gracias – Dije tímidamente.
- Yo podría decir lo mismo – ni siquiera alzo la mirada
- Es mas, todavía sigo en deuda contigo, no estabas herido de muerte.
- Pero si podrías haber terminado lo que habíamos comenzado y no fue así.
- No hubiera habido Honor en ello, además tú podrías haberme dejado morir allá afuera y no lo hiciste.
- ¡¡PORQUE NO ME DEJASTE MORIR!! – Grito enfurecida.

Su rostro se transformo, una mezcla de emociones inundaban su ser. Dolor, odio, felicidad,… ¿amor? Me miro, y un sentimiento desconocido se apodero de mi cuerpo, una lagrima corrió por su mejilla.

- ¡Estupido lupino, que has hecho! – Se incorporo, corrió hacia mi y se arrojo a mis brazos y comenzó a llorar.

El día afuera estaba tormentoso, como nuestros corazones, trate de consolarla acariciando su suave cabellera y su escultural espalda. No pude evitar fijar mi vista en sus carnosos labios, acerque mi boca a la suya, la bese apasionadamente. Fue un beso que duro la eternidad y un segundo simultáneamente, dejaba un sabor a más en mi boca. Luego dejamos fluir las emociones, el amor corría por nuestras venas, nuestras pasiones afloraron y nosotros no las restringimos.
La noche llegaba y con ella las ansias de salir de ese sucio lugar, ya para estas alturas le había informado de mi trágica historia, así como ella a mi de su linaje y clan. Nos disponíamos a salir cuando escuche sonidos de pelea en el piso inferior, normalmente los habría ignorado, pero las voces me sonaban extrañamente familiares. Me dispuse a buscar una puerta que me condujera hacia abajo. Senaka me detuvo.

- ¿Adonde vas amor mió?
- A buscar la manera de bajar, ¿Cómo me has dicho?
- Mi lengua me traiciona. – Dijo avergonzada.
- No sientas vergüenza que el sentimiento es mutuo.
- No bajes, ven conmigo. – Sus ojos me atraían, casi hipnotizantes.
- Debo bajar, esas voces… - Quede pensativo.
- Entiendo tu necesidad, ve amor, pero regresa a mi.
- Si mañana a la medianoche, en la plazoleta.
- Ansiare nuestro próximo encuentro.

Subió las escaleras y se perdió en la oscuridad.
Busque por unos minutos la puerta que me condujera asía el piso inferior. El lugar donde me encontraba parecía una clase de depósito, revise algunas cajas para ver su contenido, alcohol. Al parecer es un bar el lugar donde termine, no me vendría mal tomarme unas copas. Encontre la puerta y me dispuse a bajar. 

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